En contra de la pareja.

Y en una colaboración más de Renata Floresmeyer para MaderayChanel, encontramos el lado opuesto del romanticismo, el “dejen de chingar con el amor” que tantas mujeres buscan gritarle al mundo. Nadie lo pudo haber dicho mejor.

 

¿Y para cuándo el novio?

Nunca falta la tía incómoda que hace la pregunta a la mitad de la comida familiar, seguido de los comentarios sobre las razones por las cuales estás soltero y empiezan a armarte citas a ciegas:

– El hijo de la amiga de tu tía segunda es un partidazo, es muy guapo, inteligente, de buena familia y trabajador. Está medio pelón y gordito, pero es un buen candidato.

– Yo no quiero uno pelón y gordito. Además a mí me gusta andar de boca en boca abuela, no me gusta estar en una relación, así me siento más libre.

-¿De boca en boca? ¡Mhm! Te urge un novio, llevas años solterona.

– Ni siquiera he vivido un cuarto de siglo abuela, a penas estoy empezando a salir al mundo.

– Ay mijita, pero ya tienes 24, yo a tu edad ya había tenido como 4 hijos. Luego te invito a comer para que conozcas a este muchachito.

– Pero no quiero abuela, me siento muy a gusto como estoy.

– No pierdes nada mi vida, ándale.

-Neta no…

-¡Sht! Ya le hablé a tu tía y nos vemos el martes para comer, vas a ver que te va a caer muy bien.

– Carajo.

Y es que nunca te escapas de eso. La presión social para tener pareja está presente en todas partes; en el cine, la música, los libros, los mitos, las normas sociales, etc. Hay un discurso –no tan– oculto que está implícito: una mujer no debe estar soltera.

 

Mi otra mitad

En “El Banquete”, uno de los diálogos de Platón, discuten sobre el amor y cuando llega el turno de Aristófanes para hablar del tema relata un mito sobre cómo los dioses tenían miedo de que el hombre que habían creado (que tenía dos cabezas, cuatro piernas, y cuatro brazos) podría ser muy poderoso, por lo que decidieron partirlo por la mitad.

“Los separaré en dos; (…); marcharán rectos sosteniéndose sólo en dos piernas, y si después de este castigo conservan su impía audacia y no quieren permanecer en reposo, los dividiré de nuevo, y se verán precisados a marchar sobre un solo pie’.

(…). Hecha esta división, cada mitad hacía esfuerzos desesperados para encontrar la otra mitad de que había sido separada; y cuando se encontraban ambas, se abrazaban y se unían, llevadas del deseo de entrar en su antigua unidad, con un ardor tal, que abrazadas perecían de hambre e inacción, no queriendo hacer nada la una sin la otra.”

Creo que es obvio que la idea de “la media naranja” o la “otra mitad” viene de este relato que ahora es objeto de varios posts en las redes sociales para darle la esperanza a los románticos de que algún día van a encontrar a esa otra mitad que fue separada de su ser.

La necesidad de encontrar una pareja viene desde el relato de Adán y Eva, pasando por la Edad Media, con los reyes y las reinas y se extiende a nuestros tiempos en los medios de comunicación con parejas abrazadas, parejas besándose, parejas peleando, no importa cómo estén: todo es en pareja, todo en dos. “Tu otra mitad anda por ahí vagando, no te des por vencido, en algún punto vas a encontrar a tu alma gemela”. ¿Y si mi alma gemela se murió, se casó con otra, vive en una tribu en África, o peor: es Emo? ¿Por qué tengo que encontrar a fuerza a mi otra mitad?

Si llegamos al mundo solos no estamos destinados a siempre acabar en pareja. Difiero de lo que alguna vez dijo el tan despreciado cantautor Ricardo Arjona en su oda a las mujeres: “Al final la historia termina en par, pues en pareja vinimos y en pareja hay que terminar”. A menos de que se haya nacido con un siamés, un hermano gemelo o un cuate, no llegamos al mundo en pareja; nacimos como individuos, como la palabra lo dice, valga la redundancia, individuales, que por definición quiere decir: para una sola persona.

 Pero si vamos a hablar de amor: Poliamor.

 Dicen por ahí que el amor es el motor del mundo, ya que nos inspira, nos confunde, nos da miedo y nos hace cometer locuras de vez en cuando. También nos moviliza y nos hace tomar acción. Sabemos lo que nos han enseñado sobre el motor del mundo desde chiquitos; que a veces duele pero que cuando llega es maravilloso. Que cuando encuentres a the one vas a enamorarte perdidamente y lo amarás hasta el fin de los tiempos, amén. Pero lo que no todos saben es que hay veces que llega con dos personas y la que te mueve el tapete no es solo una persona sino, dos, o tres. No es lo mismo que te gusten dos personas al mismo tiempo a que haya amor de por medio. Cuando se ama a más de una persona y hay transparencia en la relación surge el poliamor. Esta forma de vida nos demuestra que no toda relación tiene que ser en dos.

En la película Salvajes (2012) protagonizada por Blake Lively, dos hombres comparten a la misma novia, ambos saben que ella anda con los dos y llevan una vida más o menos normal. En la saga de Crepúsculo, Bella, la protagonista va alternando a sus dos amantes aunque al final solo se queda con el vampiro que brilla, pero hay poliamor en algún punto de la novela. En la actualidad hay escasas manifestaciones de éste fenómeno que ha surgido abiertamente en occidente en los últimos diez años, no es común pero con el tiempo se ha ido expandiendo esta nueva forma de amor. Los mormones son expertos en el tema gracias a su poligamia.

Con el poliamor el riesgo de ser víctima de una infidelidad disminuye o desaparece, ya que en esta forma de amor la honestidad es clave y el planteamiento básico es aceptar que la pareja amada puede amar a alguien más. El poliamor, como dice su nombre, evita la monotonía en la que muchas veces caemos estando en pareja. Aunque, desafortunadamente para las mujeres, la sociedad machista en la que aún vivimos ve con muy malos ojos que una mujer decida estar con más de un hombre al mismo tiempo.

Fuckbuddy

Mi abuelo estaba en la cama de un hospital, después de su operación por un cáncer de páncreas que recién le habían descubierto, cuando me mandó llamar.

– “Renata, abuito te está buscando”, me dijo mi primo, “dice que necesita que vayas a verlo”.

Corrí espantada a atender su llamado. José Luis Caballero Cárdenas fue un hombre muy sabio dispuesto a darte un consejo que realmente te iba a servir; sus palabras siempre contenían una lección de vida. Llegué a su cuarto y lo vi tendido en la cama, con un color amarillento que le había dejado el cáncer y con una mirada débil, todo lo contrario a lo que mi abuelo siempre había sido.

– “Mi vida, trae esa hoja que está en el buró y léela en voz alta”.

Obedecí a su petición, tomé la hoja y empecé a leer: “Los anticonceptivos”… pero abuito.

– “Léela”.

Terminé de leer una hoja arrancada de la revista Proceso con todos los tipos de anticonceptivos que existían. Mi abuito sólo me dijo:

– “Mi vida, los hombres lo único que van a querer hacer contigo es coger, así que cuídate”.

Y esa lección me ha servido para vivir la vida menos preocupada, más caliente y mucho más divertida. Es por eso que de vez en vez, cuando se me cruza un fuckbuddy por el camino le saco provecho y recuerdo todos los tipos de anticonceptivos que existen para vivir una vida sexualmente activa y protegida.

Los fuckbuddies se han ido popularizando a lo largo de los años. Antes nadie hablaba de sus amigos con derechos, o de los romances fugaces de un viernes por la noche. Los amigos o conocidos que son sólo para coger se mencionan cada vez más entre mis círculos de amigos y en la sociedad en general.

Los fuckbuddies son personas con las cuales tienes relaciones sexuales, pero no hay ningún tipo de sentimientos de por medio (al menos en teoría). Es un término normalmente usado para describir a dos personas que se usan sólo para obtener una gratificación sexual y nada más. Deslindarse de las responsabilidades o las cosas que se supone que debes hacer en una relación es un alivio; nada de cenas de aniversario ni tener que celebrar el día de San Valentín a fuerza, o decir “te amo” cuando no lo sientes sólo para mantener a esa persona junto a ti. También los puedes dejar cuando quieras; no hay drama, chantajes emocionales, culpas, mensajes a la mitad de la noche pidiéndote que reconsideres las cosas, ni necesidad de explicarle a tu familia porqué tu pareja ya no va a las comidas. Es la jouissance en su máximo esplendor.

Los fuckbuddies son una píldora instantánea para el estrés o la calentura, son la jouissance del amor sin ataduras, no hay necesidad de “trabajarlos” mucho ya que están al alcance de una llamada o un mensaje de texto. Son la cura para todo mal, lo mismo que el mezcal: “Para todo mal, un fuckbuddy. Para todo bien, también”. No rima pero igual te la pasas de lujo.

En México, según la SEGOB, Entre 40 y 45% de las mujeres solteras del país, de entre 25 y 29 años, declaran tener una relación amorosa. Y es que, a diferencia de lo que muchos hombres creen de nosotras, a las mujeres también nos gusta tener sexo sin compromiso. Algún amigo de esta índole que tuve alguna vez me dijo que no quería que me enamorara. ¿De verdad creía que me iba a enamorar de él? ¿Acaso él creía que me estaba usando a mí y no yo a él? No mi estimado pedazo de carne, no me voy a enamorar de ti, sólo quiero pasar un buen rato. Quiero disfrutar mi libertad y que mi otra mitad se quede buscándome porque no me va a encontrar.

El poliamor y los fuckbuddies van en contra de todo lo que hemos aprendido de las relaciones hasta ahorita. Con esos dos aliados podemos hacer una revolución en contra del amor en pareja, en contra de la monotonía y de sufrir por amor, a favor de amar a quien se nos pegue la gana, así sean uno o dos o tres, de besarnos con extraños cada viernes por la noche, de coger sin enamorarse.

El poliamor y los fuckbuddies uniendo fuerzas en una revuelta en contra de firmar un papel que te dicta estar con la misma persona el resto de tu vida, de los títulos que te atan a alguien, de las abuelas que quieren que te cases a la misma edad que ellas, en contra de la que parece ser una obligación, la obligación de vivir en pareja.

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